El taller malagueño Orfebrería Montenegro realiza la presea, enmarcada dentro del estilo rococó, para la Coronación Canónica del 5 de octubre de 2024
El 5 de octubre de 2024 será la Coronación Canónica de la Divina Pastora de Málaga y la corona ya está en Capuchinos, una obra que se enmarca dentro del estilo rococó, diseñada y ejecutada por el taller de Orfebrería Montenegro, que regenta el orfebre malagueño Miguel Ángel Martín Cuevas. Cuenta con gran profusión de flores y elementos campestres, además de las clásicas rocallas, todo ello muy característico de este periodo artístico coetáneo a la propia talla de la Virgen, y que se adecúa perfectamente a la advocación de la Divina Pastora por su estética bucólica. Coincidiendo con la festividad de la Candelaria, este 2 de febrero, la Congregación ha ofrecido la presea a la Patrona de Capuchinos. La corona suma más de dos centenares de piezas de orfebrería, en cuya ejecución ha participado el orfebre Pablo González. Por su parte, el joyero Lázaro Moreno ha sido el encargado del engastado de las piedras preciosas.
La presea de Coronación de la Divina Pastora está compuesta de canasto con imperiales y resplandor circular. Está realizada en plata de ley dorada y cuenta con unos 60 gramos de oro de donaciones de devotos, con los que se han confeccionado distintas piezas de especial simbolismo; además de numerosas joyas, que han sido integradas en el diseño. La totalidad del material empleado es fruto de distintas donaciones, incluida casi toda la pedrería. Los rayos que la rodean se distribuyen de manera alterna en grupos ondulados y lisos, haciendo la transición de unos a otros de manera degradada. La base de ellos la forma una doble cenefa de ‘ces’ con circonitas que discurren de manera paralela y calada entre las dos, lo que le da la sensación de que los rayos están flotando perimetralmente. En la decoración vegetal de la ráfaga se hace mucho hincapié en combinar elementos muy minuciosos y finos con otros de mayor tamaño, lo que le da una gran riqueza estética.
La parte superior de la pieza aparece coronada por una cruz de pedrería que se apoya en una hornacina en forma de concha que cobija el ‘Abrazo de San Francisco’, realizado en oro, en alusión a la orden de los frailes Capuchinos que dieron origen a la advocación pastoreña. Sobre esta concha se derrama un gran ramo de rosas, flores íntimamente relacionadas con la iconografía de la Divina Pastora, ya que las portan en su boca las ovejas que se suelen plasmar junto a la imagen en los lienzos desde su primitiva representación. Esas rosas simbolizan las avemarías que se rezan en la corona franciscana.
El canasto lo compone una cenefa inferior también formada por ‘ces’ con un enrejado cuadriculado y un escudo central con el monograma del Ave María. Circunda esta cenefa interior una corona de laurel realizada en oro, de las citadas piezas fundidas de donaciones de devotos. Su parte superior combina cartelas con rocallas de diferentes tamaños y elementos vegetales, todo de manera muy asimétrica y exuberante.
En la parte trasera (galería anterior) se ha colocado en ese lugar una custodia, confeccionada de oro, en alusión a la orden de las monjas de Santa Clara que se encuentran junto a la parroquia y que fueron las custodias de la imagen tras la marcha de los frailes capuchinos en 1835. La corona está totalmente labrada por ambas caras.
Los imperiales parten de unos racimos de flores que sobresalen a modo se tembladeras, lo que le aporta cierto movimiento y destellos gracias a la pedrería. Los imperiales en número de ocho se abren de manera doble en su base, unificándose conforme van ascendiendo hasta llegar a los pies de la concha anteriormente descrita.
En la ráfaga figuran dos pavos reales, símbolo cristiano de la vida eterna, y cuatro insectos realizados en oro con las aportaciones recibidas. De izquierda a derecha, figuran una abeja (como Cristo, difunde la luz en el mundo. Es emblema de las virtudes cristianas, por su incansable labor para su colmena, como símil de la Iglesia); una mariposa (representa la Resurrección y la inmortalidad, además de la brevedad de la vida y lo efímero de la belleza terrenal); una libélula (después de cada muda de piel, entra en una nueva fase de la vida que simboliza el crecimiento y el hecho de que debemos aspirar a ser mejores y más elevadas versiones de nosotros mismos. Debemos afrontar cada cambio en la vida con valentía, propósito y poder); y una mariquita, conocida en algunos sitios como «vaquita de San Antonio» (representa la protección, la curación, la evolución y la buena suerte. Se le compara el manto de la Virgen con el caparazón rojo de estos insectos, mientras que los puntos negros que poseen aluden a los Siete Gozos de Nuestra Señora).
Corona del Divino Pastor
La corona para la imagen del Divino Pastor también se enmarca dentro del estilo rococó y sigue el mismo estilo diseño de la presea para la imagen de la Divina Pastora de las Almas, solo que a un tamaño inferior, adecuado para la talla que realizara Luis Álvarez Duarte. Al igual que la corona de la Virgen, el canasto lo compone una cenefa inferior también formada por ‘ces’ con un enrejado cuadriculado, en este caso, en el escudo central se representa el monograma JHS, del nombre de Jesucristo. Se trata de un canasto con imperiales coronadas por un orbe y una cruz, símbolo de la Redención del género humano con la Pasión, Muerte y Resurrección del Cordero de Dios. La cruz está confeccionada a partir del anillo de una donación.
Las técnicas para la realización de estas obras han sido la microfusión, el repujado y el cincelado sobre chapa de plata de ley y un posterior chapado en oro. El material de plata y oro empleado para la ejecución de ambas preseas han sido recabado íntegramente mediante las donaciones de devotos que han querido de este modo contribuir y estar presentes en las coronas que el obispo D. Jesús E. Catalá colocará Dios mediante el próximo 5 de octubre de 2024 sobre las benditas sienes de la Pastora Divina y su Hijo Buen Pastor.