Todo había desaparecido menos la imagen de la Virgen, la talla pastoreña de José Montes de Oca (1668-1754) que ha llegado a nuestros días. La Guerra Civil había terminado y la devoción a la Divina Pastora en Málaga amenazaba con perderse para siempre, pese a que se trataba de una de las pocas tallas religiosas de la capital que no se quemaron durante los sucesos de mayo de 1931. Corría el año 1942 y la camarera que cuidaba de la Pastora, tras más de medio siglo, dejaba de vestir a la Virgen a los 65 años de edad sin encontrar reemplazo.
«Después de haber vestido a mi amadísima Divina Pastora, desde edad de 10 años, en que ayudaba a sus camareras, Dª Felisa Grund y Dª Adelaida Lengo, que en gloria estén, hoy, día de la fecha, en que cuento con 65 años de edad, he vestido por última vez, con todo el cariño de mi alma a mi amadísima Señora, que va a ser vestida toda de talla por el gran artista Don Francisco Palma», escribe Ana María Grund Rodríguez en uno de los documentos encontrados en el interior de la Pastora. Los tres fueron firmados entre los últimos días del mes de mayo de 1942 y los primeros días del siguiente mes de junio de ese año. Fueron introducidos en la imagen con motivo de un hecho del que en la Congregación se tenían referencias orales de los hermanos que reorganizaron la corporación en 1948, pero del que no existía constancia documentada. Así, la Divina Pastora pierde su condición de imagen para ser vestida al colocarle unos paños encolados que le dieran la simulación de una talla. El motivo: la que había sido su camarera durante más de medio siglo dejaba de vestirla sin encontrar reemplazo.
Esta insustituible impulsora del culto a la Pastora ofrece con sus palabras (el contenido íntegro de la carta se reproduce en el pie de foto) la posibilidad de descubrir quiénes se dedicaron al cuidado y exorno de la Patrona de Capuchinos desde mediados del siglo XIX: Adelaida Lengo y Felisa Grund, que no es otra que una de las hermanas de Trinidad Grund y Cerero del Campo, uno de los personajes más importantes de la Málaga del siglo XIX, a quién está dedicado el conocido Llano de Doña Trinidad, en El Perchel.
La Virgen conservó los paños encolados por muy pocos años. Posiblemente, no más de cinco o seis. El sacerdote Juan Estrada -primer párroco de la parroquia de la Divina Pastora- menciona este hecho al relatar en su libro la reorganización de la Congregación: «En el año 1948, un grupo de hombres con verdadero entusiasmo acometió la empresa de su restauración. La tarea no era nada fácil, porque todo había desaparecido durante la revolución. Sólo quedó la imagen de la Virgen, e incluso ésta había sido falsamente restaurada. Le habían formado un cuerpo con pastas o paños encolados a fin de que apareciese como de talla. Pero, afortunadamente, una mano experta hizo desaparecer aquel atentado artístico y devolvió a la preciosa efigie su primitivo carácter y belleza».
El histórico hallazgo se produjo este 2 de febrero, durante la preparación del culto de la festividad de la Candelaria, al observarse lo que parecía un documento en un orificio del cuerpo de la talla. Los firmantes de los otros dos escritos son las Madres Clarisas, orden de clausura con sede en el antiguo convento capuchino, y los hermanos Francisco y Mario Palma Burgos.
Una vez escaneados y transcritos, los documentos volverán a ser introducidos en el interior de la imagen junto con una copia de la investigación realizada y una relación de las personas que continuaron con la labor de Ana María Grund en la segunda mitad del siglo XX en lo relativo al cuidado de la Divina Pastora. Uno de los días de la Novena se ha aplicado por el alma de los citados artistas y por el eterno descanso de todos los difuntos de la familia Grund. Ellos fueron un eslabón de una devoción casi tricentenaria en Málaga, que este fin de semana saldrá en Procesión de Alabanza por el barrio de Capuchinos.